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Via Crucis

I Estación

Jesús es condenado a muerte

Estación I

Señor me llamo Fernando y soy de Brasil. A mi padre ni siquiera lo conocí. Mi madre trabajaba de prostituta en un barrio pobre de Sáo Paulo. Murió cuando yo tenía nueve años. El sida la destrozó en muy poco tiempo. Desde que ella murió, vivo en la calle. Robamos en las tiendas y supermercados para poder comer. Somos pobres e indefensos, y por lo mismo Inocentes. Sólo queremos que nos den una oportunidad y se nos retire la condena injusta que desde nuestro nacimiento llevamos cargada a nuestras espaldas.

Señor, haz que los que tienen poder libren de las condenas injustas con que tanta gente inocente ha sido condenada.

II Estación

Jesús carga con la cruz

Estación II

Mi nombre es María del Carmen, soy víctima de violencia doméstica. Tengo dos hijos que prácticamente ya nacieron en medio de la violencia y crecen en un ambiente que lo único que se respira es precisamente eso. ¿Por qué me ha tocado precisamente a mí una cruz tan pesada?

Señor, sólo te pido una cosa: que me ayudes a mirar la tuya, cuando las fuerzas me fallen, para poder intentar seguir viviendo con la poca esperanza que me queda.

III Estación

Jesús cae por primera vez

Estación III

Soy Miguel, aquel joven que un día acabó destrozado y destrozó también a toda su familia por el problema de las drogas. Ingresé en una comunidad terapéutica para intentar desintoxicarme. Sentía el mono cada dos por tres, que me provocaba unos ataques de ansiedad impresionantes. Quería salir y volver al infierno de degradación y de muerte. Pero tuvieron paciencia conmigo. Mis padres lloraban como chiquillos el día que salí. Pero de nuevo me faltó voluntad. Volví a verme con mis amigos. Y hoy estoy otra vez destrozado y hundido en uno de los infiernos más horribles.

Señor, sólo te pido una cosa: una nueva oportunidad. Haz que alguien me ayude a salir de este infierno, porque quiero seguir caminando

IV Estación

Jesús encuentra a su madre

Estación IV

Mi nombre es Thamí. Desde pequeña viví en las calles. Salí de mi país, Marruecos, atada a los bajos de un camión. Aproveché una parada del camionero para salir corriendo. Tras muchas peripecias conseguí llegar a Barcelona donde me uní a otros como yo. Un día nos cogió la policía y nos metió en un centro de menores. Allí estuve hasta cumplir los 18 años. Para salir en libertad total debo adaptarme socialmente. Para ello me ha cogido un matrimonio, que tiene ya dos hijos; ellos me ayudarán a hacer ese proceso de integración

Señor, tengo que decirte que ellos son mi padre y mi madre. Gracias por habérmelos encontrado en el camino de mi vida perdida

V Estación

El Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz

Estación V

Soy Javier. Aquel encuentro con los misioneros colombianos, fué la manera en que Tú saliste al paso de mi vida. Poco a poco fuí entendiendo que había algunas cruces muy pesadas en ciertos lugares de África que estaba reclamando ayuda. Ingresé en la congregación y fuí destinado a Sierra Leona. Llevo ya siete años intentando recuperar del odio y de la violencia a tantos niños que desde la más pura infancia se dedican a dar muerte y a arrasar todo lo que pillan por delante. Poco a poco, vamos consiguiendo que algunos vengan al centro que hemos construido en la misión para intentar desintoxicarlos y encauzarlos hacia una vida donde conozcan y descubran el sentido y el valor del amor.

Señor, aquí me sigues teniendo para echar una mano y seguir ayudando a llevar algunas de esas cruces tan pesadas y dolorosas que existen en nuestro mundo

VI Estación

La Verónica limpia el rostro de Jesús

Estación VI

Mi nombre es María José. Soy miembro de una congregación religiosa y vivo con cuatro compañeras más en un piso situado en uno de los barrios más pobres de Barcelona. Cada día me encuentro con personas que no me piden que les limpie sus rostros pero está clarísimo que me lo insinúan. José, un mendigo sucio y vestido de mala manera que deambula sin rumbo por la calle. Después de mucho insistir consigo llevarlo a casa a que se duche y se ponga ropa limpia. Adela es una mujer de unos 70 años, lleva desde los 15 dedicándose a la prostitución. Su rostro cargado de pintura y maquillaje para ver si cae alguien; pero, ¡ni por esas! Hace tres días que no venía por aquí. Le dieron una paliza para robarle los 15 euros que había conseguido después de muchos días sin nada.

Señor, suscita "verónicas" que se apresten a limpiar tantos rostros desfigurados como los de José y de Adela

VII Estación

Jesús cae por segunda vez

Estación VII

Soy Elena. No puedo levantarme. Un viernes volvía de la biblioteca, eran las 12 de la noche. Arranqué la moto, cuando un coche, conducido por dos jóvenes, salió disparado y me golpeó. Volé 40 metros hasta quedar tirada en el suelo. El médico me dijo, en el hospital, que tenía algunas vértebras y lesión en la médula. Ya pasaron 4 años. Estoy aquí en mi silla de ruedas. Resultó difícil rehacer mi vida llena de ilusiones: mi carrera, mis amigos y amigas, mi tiempo libre, mi coro en donde cantaba y mi dedicación los sábados por la tarde y muchos fines de semana a un grupo de deficientes psíquicos

Señor, aunque me resulta duro, poco a poco lo voy consiguiendo. Gracias por la fe que un día me diste y que es el mejor soporte para mis momentos más duros

VIII Estación

Jesús consuela a las hijas de Jerusalén

Estación  VIII

No tengo nombre. Soy uno de los millones de niños que en el África negra hemos perdido a nuestros padres por las guerras o por el sida. También puedo ser a los numerosos ancianos y ancianas que viven solos en sus pisos viejos, olvidados de los suyos y de una sociedad que sólo busca la estética juvenil y lo productivo. También puedo ser cualquiera de esos mendigos que estámos apostados a la puerta de un Alimerka. Ignorados por los que mandan y por la mayoría de los mandados; además de sufrir desprecios constantes, porque, según ellos, creamos inseguridad y rompemos la estética de las nuevas ciudades

Señor, gracias porque, a pesar de todo, Tú continúas enviando personas con manos suaves que acarician nuestros rostros y nos dirigen palabras de amor y de cariño

IX Estación

Jesús cae por tercera vez

Estación IX

El protagonista soy yo mismo. Son ya trescientas veces que llevo cayendo en mis miserias. No hay manera. A veces después de una misa o tras una charla o una reflexión a la que he asistido me propongo hacer un cambio radical en mi vida. Pero siempre acabo igual. Unas veces por egoísmo, otras por el materialismo, el caso es que no me acerco a los problemas de los demás. Tengo miedo a complicarme la vida.

Señor, no quiero seguir cayendo, al menos de la manera en que lo he hecho hasta ahora. Pero sabes muy bien que solo no puedo. Dame tu ayuda y pon en medio de mi camino personas que, si caigo, me ayuden a levantarme

X Estación

Jesús es despojado de sus vestiduras

Estación X

Soy una de las miles o millones de personas que hemos sido despojadas de lo poco que teníamos, unas veces por fenómenos naturales y otras por el egoísmo de ciertas personas. ¿Por qué el último maremoto del sureste asiático? ¿Por qué a mi y a los míos, una tribu que hemos vivido felices desde tiempos bien remotos en una tierra olvidade hasta ahora, se nos quiere echar de ella porque, según dicen los expertos de los países ricos, se necesita en estso momentos para producir una electricidad que precisamente nosotros no necesitamos?

Señor, sabes muy bien lo que duele cuando a uno le despojan de lo único que le queda. Por eso, no te pedimos ningún milagro especial. Sencillamente, que ayudes a ver y a darse cuenta a los que más tienen y a los que más pueden lo mucho que vale lo poco que tienen los más pobres.

XI Estación

Jesús es clavado en la cruz

Estación XI

Soy un emigrante, un exiliado, un desplazado, me he visto obligado a abandonar mi tierra y a los míos. Esta es mi cruz. Mi delito es ser pobre. En mi país no me puedo ganar el pan. He tenido que dejar atrás a mis hijos a mi mujer. Amelda es otro caso, ella tuvo que marchar porque su vida corría peligro. Ella luchó apoyando a los pobres campesinos que pedían un trozo de tierra para cultivar algo con que dar de comer a sus hijos. Y el gobierno, su gobierno la consideró peligrosa para la paz de su país.

Señor, ayúdame y ayúdanos a encontrar un poco de alivio para mitigar el dolor tan fuerte que nos produce la cruz en la cual nos encontramos clavados.

XII Estación

Jesús muere en la cruz

Estación XII

Me dejé la vida en un patera. Como tú pasé sed y desesperación, pedí auxilio y no me llegó. Ví morir a muchos de mis compañeros antes de que yo mismo muriera. Tu grito de "tengo sed" suena en esos momentos como un trueno que nos retumba en los oídos. Después, los lamentos y el rasgarse las vestiduras por parte de los países ricos. Pero todo, cuando ya no hay remedio.

Señor, no más muertes en ningún tipo de cruz, ni antigua ni moderna. Para ello, más justicia y más amor que las eviten.

XIII Estación

Jesús es puesto en los brazos de su madre

Estación XIII

María: soy una de las madres a las que nos niegan poder tener en nuestro regazo a los hijos que nos devuelven muertos porque un día les enrolaron o les engañaron para que se enrolen ellos mismos en una guerra absuerda, egoísta y sin sentido. Nos los devuelven en ataúdes preciosos y cubiertos por la bandera del país, mientras tocan el himno nacional. Tú, tuviste suerte, porque lo tuviste entre tus brazos antes de introducirle en el sepulcro. Para una madre, es lo máximo, tener en sus brazos al hijo que llevó durante nueve meses dentro de sus entrañas. En cambio, tenemos que conformarnos con oír palabras huecas y vacías de sentimiento.

María, tú que eres la reina de la paz, intercede para que acaben las guerras y, con ellas, el dolor que provocan.

XIV Estación

Jesús es sepultado

Estación XIV

Señor: tu sepulcro fue sencillamente el autoengaño de los que creyeron que allí quedarían encerrados para siempre tu palabra, tu mensaje y tu vivencia liberadora. Como se autoengañan hoy los gobiernos que creen que conseguirán ocultar en sus cárceles a aquellas personas que proclaman a los cuatro vientos, de palabra y obra, tu verdad, la verdad de la paz, el perdón, la libertad y la dignidad para todos. Como también se autoengañan algunos dirigentes de la tu Iglesia cuando deciden imponer el silencio a teólogos, obispos, sacerdotes y laicos, con el pretexto de que enseñan doctrinas que se oponen al magisterio que ellos representan

Señor: impregna nuestras vidas de la fuerza y el vigor necesarios para romper aquellas ataduras que nos impiden proclamar tu Verdad.

XV Estación

Jesús vence la muerte, resucita y continúa vivo

Estación XV

¡Claro que estás vivo, aunque muchas veces nos cueste reconocerte en medio de la vida! Me demuestran que estás vivo esos jóvenes que dejando a un lado las comodidades que la vide les ofrece, se entregan a Ti, a través de las personas necesitadas. Me demuestran que estás vivo la protesta de todas las personas que salen a la calle pidiendo que se acabe la guerra y proclamando que la riqueza del mundo sea repartida de una manera más justa e igualitaria. Me demuestran que estás vivo aquellos voluntarios que dedican parte de su tiempo a ayudar a enfermos, ancianos, niños abandonados, mendigos, personas discapacitadas... Me demuestran que estás vivo la mayoría de las ONG; especialmente aquellas que, retando al miedo e incluso a la muerte, van a los lugares donde la ayuda es extremadamente urgente. Me demuestran que estás vivo...

Señor, yo también quiero ser testigo de tu Resurrección. Infunde en mi corazón el coraje que necesito para ello.

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